¿Cuántos profesores podrían contratarse con los 106 millones
presupuestados para las reválidas? ¿Cuántas aulas dejarían de estar
masificadas? Con todo el desprecio por el alumnado que una ley educativa
es capaz de demostrar, la LOMCE nos quiere convencer de que la atención
individualizada, como si de una joya cara se tratase, termina siendo
secundaria. Las reválidas, glorificadas como ningún otro aspecto de la
ley y presentadas como la gran alternativa al gasto superfluo, esc
onden
la desagradable finalidad de hacer caer a quienes, qué casualidad, más
atención individualizada necesitan. El carácter segregador de estas
pruebas está tan documentado que convierte en sordos únicamente a los
que no ven ningún inconveniente en poderlo ser.
Resulta mezquino que la única contribución de las reválidas al
conocimiento de un estudiante sea la probabilidad de suspenderlas. Y,
paradójicamente, unas pruebas que no hacían ninguna falta en un sistema
ya de por sí saturado de muchas otras acabarán captando todas las
atenciones. El nuevo orden impondrá restricciones severas a la
creatividad y al pensamiento divergente para entregar horas de reloj,
nunca las suficientes, a la práctica de destrezas acríticas y la captura
de datos que dejarán de ser volátiles a fuerza de machacarlos.
Di no a las reválidas.
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Fuente : Cadena Ser
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